Recomendados, sin perfil y prepotentes

Nunca es tarde cuando de abogar por una causa justa y humanitaria se trata.

Casi un año después, por fin ayer la Arquidiócesis de Xalapa, esto es, la Iglesia de Veracruz (alrededor de la Arquidiócesis están las Diócesis del Estado), se hizo eco del trato “injusto, grosero, inmoral e indebido” que da el Gobierno panista a los trabajadores al servicio de la administración pública que sobrevivieron al salvarse de ser despedidos como ocurrió con otros miles tan pronto llegó el llamado gobierno del cambio.

En su comunicado dominical número 183, que tituló “A propósito del ambiente laboral”, usando como buen pretexto un mensaje del Papa Francisco sobre el tema del trabajo, la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis, de la cual es Director el presbítero José Manuel Suazo Reyes, se ocupó del problema que vive y padece gran parte de la burocracia estatal a partir de la llegada de “nuevas administraciones” (la nueva y única que llegó fue la del gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares), por lo que la alusión aunque indirecta no deja ninguna duda a qué y a quién se refiere la Iglesia.

Aunque el comunicado no alude a los miles de despedidos y las consecuencias que han pagado sus familias, miles de veracruzanos, sino sólo a los maltratados que lograron quedarse, el texto dominical tiene el valor de la confirmacion, de la comprobación de lo que ocurre demostrado con el paso del tiempo hasta ya no caber dudas, seguramente escuchado de boca de los propios afectados en confesión por toda la comunidad sacerdotal y puesta en conocimiento de la jerarquía religiosa.

Denuncia, a diez días del Informe

La denuncia cobra relevancia por el poder y la influencia de la Iglesia católica y porque ocurre a horas de la llegada a Veracruz este lunes del presidente Enrique Peña Nieto, así como a diez días de la entrega o rendición del primer (y penúltimo) informe de gobierno de la actual administración de sólo dos años.

El problema no es nuevo. Se dio a partir del cambio de gobierno en diciembre pasado, en sólo 24 días más hará un año. Esta columna no sólo lo denunció oportunamente sino que por el grave daño que se causaba a miles de trabajadores y a sus familias, por el grave problema social que representaba, se solidarizó con los miles de despedidos en forma injusta y sin las indemnizaciones a que obligaba la ley, además de que continuó denunciando el mal trato que se daba a quienes se salvaron de ser echados a la calle, así como el hecho de que para llenar el lugar de los despedidos se estuviera contratando a otras personas sin experiencia y sin cubrir el perfil para los espacios burocráticos a los que llegaban, lo cual echaba por tierra el discurso oficial de que se adelgazaba la burocracia por problemas de austeridad (muchos de los nuevos contratados están identificados como operadores electorales del yunismo azul y del perredismo).

El comunicado de la Arquidiócesis ayer recordó que a finales de octubre pasado en un videomensaje el obispo de Roma expresó que “sin trabajo no hay dignidad”, que ante todo “está el bien de la persona”, además de que “no todos los trabajos son dignos”.

El texto suscrito por el padre Suazo Reyes apunta que Francisco no disfrazó ni maquillo la realidad al mencionar que  “Hay trabajos que humillan la dignidad de las personas, aquellos que alimentan las guerras con la construcción de armas, que baratean el valor del cuerpo con el tráfico de la prostitución, que explotan a los menores”, además de que “Ofenden la dignidad del trabajador también el trabajo negro, la contratación ilícita de mano de obra, los trabajos que discriminan a la mujer y no incluyen al que tiene una discapacidad”.

Hay angustia y temor de quedar desempleados

Apoyada en ese antecedente, la Iglesia aterrizó entonces el problema en nuestro contexto al señalar que la situación laboral que vivimos en estos tiempos se ha ido tornando cada vez más difícil. “No sólo existe el grave problema de desempleo porque no se están generando inversiones, sino también se han alterado las condiciones de quien cuenta con un trabajo”.

Vino la alusión indirecta a lo que está pasando en el Gobierno del Estado: “Son muchas las personas que viven con la angustia y el temor de perder el empleo, las nuevas administraciones han traído también nuevas formas injustas de tratar a los trabajadores. Muchas oficinas públicas están llenas de recomendados que no sólo no tienen el perfil profesional que se requiere sino que también adoptaron actitudes prepotentes e injustas”.

El lenguaje que usó la jerarquía eclesiástica fue inusual por indirecto-directo y fuerte, sin ningún signo de querer suavizarlo: “En otras palabras se quiso barrer parejo y pagaron justos por pecadores. Hay gente que ha trabajado por años con mucha dedicación y que ha sido tratada en forma injusta y hasta grosera. Eso es inmoral e indebido”. En efecto, como han clamado muchos trabajadores afectados, ellos ni son Javier Duarte ni tienen la culpa de lo que hizo el regordete exgobernador, pero en parte los han hecho pagar las consecuencias y, todavía peor, se han cebado con ellos.

Quién sabe cuánto habrán escuchado en confesión los sacerdotes, el temor con el que viven los feligreses trabajadores al servicio del Poder Ejecutivo, que la Arquidiócesis calificó de “muy lamentable” que haya gente trabajando eficientemente y que su futuro no esté asegurado”. Ubicó el problema en su justa dimensión: “Ese tipo de angustia también está matando su dignidad y envenena su entorno. Afecta su salud, lo mantiene en una angustia permanente que se proyecta en el hogar y el ambiente donde vive”.

¿Fallan sus colaboradores al Gobernador?

Es grave el señalamiento de la Iglesia. De tal forma que un amplio sector de veracruzanos no sólo vive angustiada por la inseguridad que ahoga al Estado, sino también por la inseguridad en su futuro laboral. Es una “realidad” que “no distingue a nadie, está presente en la ciudad y en el campo, en los ambientes industriales y hasta en los universitarios. Se tiene una mano de obra poco reconocida y mal pagada. Hay trabajos que exponen continuamente la vida de las personas y hasta su dignidad”.

La Iglesia, como creo que todos quienes tenemos un trabajo asegurado y por lo tanto estabilidad económica, pero que además conocemos la calidad de miles de trabajadores del gobierno, “hacemos votos para que las condiciones sociales de quien se desempeña en un trabajo sean cada vez mejor.  De esa manera tendremos un mejor ambiente y una mejor sociedad”.

¿Es justificado el temor de los trabajadores y válido y oportuno el mensaje de la Iglesia? Sí, si se recuerda que el 31 de agosto pasado el propio gobernador Yunes declaró que a partir del día siguiente cuando iniciaba septiembre podría comenzar una segunda ronda de despidos de trabajadores de las distintas dependencias y que el ajuste de las plantillas tenía que ser constante y permanente durante su Gobierno.

Esta vez la crítica, el señalamiento no tienen su origen en una nota periodística. Hay un emisor concreto, con nombre y apellidos. Ni para reprocharle que lo hace porque no hay convenios. ¿Le han fallado sus colaboradores al Gobernador? ¿Se emitirá una aclaración, un desmentido o una precisión oficial al documento de la Arquidiócesis? ¿Con la Iglesia han topado?

¿Por qué en Hidalgo y no en Veracruz?

Sólo eran 72 horas de diferencia. Pero estamos ya en el proceso electoral de 2018 y el sospechosismo no se puede evitar.

¿Por qué si viene este lunes al Estado no se esperó el presidente Peña Nieto para hacer en tierras jarochas el anuncio del hallazgo del yacimiento de petróleo y gas asociado en el municipio de Cosamaloapan y prefirió hacerlo el viernes en el estado de Hidalgo?

Pudo tratarse de un hecho fortuito, pero se da la casualidad de que en Veracruz hay un gobierno panista y en Hidalgo uno priista.

Pero salta otra interrogante: ¿por qué la Presidencia, o sea Peña Nieto, no le corrió la invitación al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares para que estuviera como invitado en el acto donde se hizo el gran anuncio si el oro negro motivo de que se echaran las campanas a vuelo está en Veracruz?

El impacto hubiera favorecido más la imagen del Estado si la buena nueva se hubiera dado en el puerto o Peña hubiera ido a anunciarla en Cosamaloapan, a sólo 15 minutos en helicóptero de dónde va a estar hoy. ¿Qué otra cosa más importante que lo que dijo el viernes puede anunciar este lunes?

De todos modos, el gobernante estatal no se quiso quedar atrás y dejar pasar la oportunidad y se hizo eco de la noticia comentando que el yacimiento y la explotación que se haga de petróleo y de gas detonará la creación de empleos y va a incentivar la inversión en la región.

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