Democracia en venta

Pensar en la democracia es considerar una de las más altas concepciones del pensamiento humano. Idea que se ha perfeccionado con los años y que, al mismo tiempo, ha caído en manos de personajes que ven la democracia como un gran mercado donde todo se vende.

Porque no podemos negar que haya partidos donde se compran las candidaturas, donde el que gana es el líder nacional de partido, o algunos de los hombres, de ese partido, encumbrados en el poder.

En el mejor de los casos los dineros recaudados por la venta de candidaturas son destinados a las campañas de ese mismo instituto político. Otras veces -la mayoría- van a dar a los bolsillos de sus dirigentes.

El ejercicio del poder, es decir, el gobierno se ha convertido en un negocio a grado tal que se sabe que comprar una candidatura es una verdadera inversión, porque ya en el puesto los negocios llegan por sí solos, con el pretexto de la obra púbica los niveles de gobierno fortalecen a sus miembros en lo económico y en lo particular. Esto redunda en obras como el socavón de Cuernavaca, donde las cosas se hacen al aventón o simplemente se facturan materiales de buena calidad y se utilizan materiales de segunda. Un negocio donde el único perdedor es el ciudadano que puede morir en esas obras, como sucedió precisamente en el socavón de Morelos, donde hubo dos víctimas mortales.

Cuando se compra la candidatura a un puesto de elección popular también se adquiere como póliza de garantía la impunidad. Es decir, hay suficiente fuero como para que se haga lo que se haga fuera de la ley y la libertad está garantizada. La libertad de los culpables está incluida en el precio de adquisición de la candidatura.

Las candidaturas no siempre se compran con dinero, se exige, desde la cúpula de los partidos, ser triunfadores. Es decir, el partido recibe dinero del candidato, exigiéndole una cantidad mínima de votos, que prometerá al saldar la cuenta.

Pero las candidaturas no es el único producto que la democracia mexicana pone a la venta. Ahí están los votos de los ciudadanos, quienes sumidos en una desesperante miseria venden su voluntad política al mejor postor. Esta práctica se realizó durante la jornada electoral del 4 de junio en el Estado de México de manera abierta, sin discreciones ni sonrojos, frente a una autoridad electoral que pareciera no haberse dado cuenta de nada.

Ahí, los precios del voto ciudadano variaban desde los 300 pesos hasta los tres mil. Había que mostrar la foto de la boleta marcada para entregar el recurso económico. Aunque a veces quienes debían dar el dinero se desaparecían cuando habían contactado grupos grandes de ciudadanos para quedarse con el dinero. Los votos se compraron a hombres y mujeres de todas las edades para fortalecer las endebles preferencias del PRI en la entidad.

Pero una vez terminada la contienda hubo demanda de otro producto de nuestra democracia del que poco se habla, también tuvo lugar en el Estado de México y que tiene que ver con la venta de silencios de los partidos agredidos a la hora de cambiar las cifras en las actas. Porque en muchos casos las actas no pudieron alterarse sin la anuencia de los representantes del partido afectado. Aquí, debe tomarse en cuenta que algunos partidos carecieron de representación a lo largo y ancho del país, por lo que en algunos casos se repartieron entre los partidos los votos del partido que carecía de representación en la casilla.

Ya en el poder las concesiones, las licitaciones, las competencias por hacerse cargo de una obra, las convocatorias, también tienen su precio. Este es el gran negocio de los políticos que han optado por afiliarse a la sociedad de la empresa que surge con su autorización para garantizar no sólo un pago permanente sino para que no haya cuentas alegres en las empresas en las que participan los funcionarios públicos a cambio de permisos de construcción y licencias o autorizaciones.

Ahora, la modernidad trae al mercado de la democracia mexicana nuevos productos, como es el caso de la venta de firmas para que los que se postulan como candidatos independientes puedan llegar a serlo. Cada precandidato independiente a la Presidencia de la república requiere 866,593 firmas, es decir, el equivalente al 1 por ciento de la lista nominal del país, según el INE. Para senadurías deben firmar el equivalente al 2 por ciento de la lista nominal de la entidad correspondiente.

Una misma firma puede apoyar a todos los candidatos, aunque al final sólo será válida la primera que sea recibida por el INE. De tal manera que una persona puede convertirse en un expendedor de firmas a un precio razonable, tomando en cuenta que hay varios interesados en juntar firmas para llevar a la competencia electoral a los llamados independientes, quienes, en muchos casos deberán realizar gastos adicionales con productos y accesorios alternos a su candidatura.

Del otro lado del mostrador se encuentran los consejeros electorales que no ven pasar los productos de la democracia sin adquirir uno que otro, o bien ofertar alguna canonjía, fingir miopía, o diseñar nuevos y extravagantes lineamientos dentro de la estructura del INE que puedan dar el triunfo en las urnas a quienes no ganaron legalmente. Y esto también tiene un buen precio.

La democracia en México se ha vuelto un mercado de espacios, canonjías, justicias, encarcelamientos, injusticias, fueros, excesos, impunidades, etc. El desarrollo de nuevas herramientas se crea para que en el intento de cambiar algo, en realidad nada cambie. Al contrario, ahora hay más mercancías en el gran mercado de la democracia mexicana. PEGA Y CORRE. – Miguel Ángel Yunes Linares anunció que hay un lapso que no desaprovechará, para que los ex funcionarios duartistas Antonio Tarek Abdalá Saad y Alberto Silva Ramos, puedan ser detenidos e investigados. Los actuales legisladores federales dejan su cargo el último día de agosto del próximo año, y con ello el fuero que los protege. Yunes Linares deja la gubernatura el 30 de noviembre de 2018 y ha dicho “…no se salvarán de la aplicación de la justicia, a pesar de que no los quieran desaforar los priistas, a partir del último día de agosto se les acaba el fuero ya que culminan con el cargo con el que cuentan actualmente” …Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

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