un oficio de que le ha dado más vida tus zapatos

¿Quién en esta ciudad no ha ido al mercado Jáuregui a dejar sus zapatos para que sean arreglados, les devuelvan la vida y aguanten un rato más?, pues hoy 25 de octubre es el día del zapatero, oficio que comenzó 15 mil años atrás.

Esta labor, para la mayoría que lo ejerce en el “mercadito”, ha sido heredada de generación en generación. Para otros, es la forma de poder sacar adelante a su familia. Son varios puestos los que están dentro del Jáuregui destinados a arreglar zapatos, zapatillas, guaraches, chanclas y hasta bolsas.

San Crispín es el patrono de estos trabajadores, que han salvado a varios de tener que comprar unas suelas nuevas. Esta relación se explica con la leyenda de los hermanos San Crispín y San Crispiríano: Eran dos nobles romanos que fueron enviados a evangelizar las Galias, mientras estaban en el Norte de Francia, se mantenían ejerciendo el oficio de zapateros, de ahí su patronazgo.

Olor a suela y pegamento, combinados con la grasa que se utiliza para bolear, son parte de los aromas que se perciben cuando se llega a entregar el calzado para que los hábiles zapateros le den más vida. En pequeños cubículos donde hacinan suelas, prensas, tintas y agujas, estos artesanos continúan con un oficio que se resiste a morir.

Don Rafael Arista tiene 45 años siendo zapatero, oficio que se le heredó de su abuelo y padre. Lo aprendió con la práctica, “desde pequeño siempre me gustó ver a mi papá y abuelo trabajar en esto, conforme fui creciendo me fueron enseñando”. Me dice mientras no deja de trabajar metido en su pequeño local en lo profundo del mercado.

Para Víctor Martínez, otro de los locatarios del Jáuregui, trabajar los zapatos fue la forma de sacar adelante a su familia. Fórmula que ha empleando desde hace más de 35 años. “Llegué a este trabajo por necesidad, oficio que me ha permitido poder sacar adelante a mi familia.”

Desde 20 hasta 200 pesos es el costo que conlleva poder volver a utilizar esos tenis, botas o zapatillas que tanto le gustas a uno.

Se sabe que el zapato más antiguo data de hace unos cinco mil 500 años y fue encontrado en la frontera de Irán y Turquía. En México hay sospechas del uso del calzado desde comienzos del año 2500 A. C. por parte de la civilización Olmeca.

Hoy no queda más que agradecer a San Crispín y, sobre todo, a los zapateros, no solo a los que están en el mercado. Gracias a su hábil oficio nos ahorramos unos pesos dándole más años de vida a nuestro calzado.

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