Priistas de carne y hueso

El partido en el poder, de cualquier país, debe ser una organización sólida, transparente y honesta. Incluso, puede convertirse en la conciencia crítica del propio gobierno y en caja de resonancia de los logros de sus militantes, dentro y fuera de la administración pública. En México no es así.

La esperanza del PRI y de un estado sólido es dejar atrás al grupo que desde Atlacomulco gobierna. Seres individualistas, sin vocación política, carentes de identidad, la única bandera que enarbolan es la de sus universidades privadas dentro y fuera de nuestras fronteras.

El tiempo de los exquisitos debe terminar no sólo al frente del gobierno sino en el propio partido tricolor, al que han deteriorado enormemente por la falta de militancia y conocimientos políticos. Los administradores de los ricos -que bien puede llamárseles así a los últimos gobernantes- practican un pragmatismo que sólo logra aumentar la miseria en México, los números oficiales lo demuestran y basta con ver, con ojos imparciales, la calle de cualquier ciudad del país para comprobarlo. No se diga en las zonas rurales.

Si el gobierno mexicano sostiene un egresado más de alguna escuela privada extranjera, desaparecerá la solidez del poder. La dimensión de México ante el mundo se devalúa más que el peso. El intelectual del grupo en el poder es Luis Videgaray, un hombre sin más ideología que la de su universidad, sin más identidad que el dinero y carente totalmente de vocación política. Ahora quiere imponer a su amigo de la infancia, José Antonio Meade, llamado desde ahora “el gerente de los ricos”, porque flaco favor le hizo Claudio X. González, ex presidente del Consejo Mexicano de Negocios y consejero de Carlos Salinas de Gortari, al destaparlo como candidato del PRI a la Presidencia de la República, acentuando su raigambre de personaje más cercano a la élite del dinero que al pueblo, que ha sido olvidado por los últimos presidentes del país por esa misma causa.

Los mexicanos advierten este tipo de raíces y saben que pesan mucho a la hora de tomar decisiones, influyen de manera notable en los programas de gobierno y no pueden esconderse a la hora de tomar posiciones trascendentes como es el caso de reformas que en realidad son contrarreformas.

Así, el PRI debe pensar no sólo en ganar las elecciones a como dé lugar sino en rescatar a su propio partido cuya frase esencial es la justicia social, de la que se han olvidado desde los ochenta para dar lugar a la justicia individual de personajes como Fidel Herrera, Javier y César Duarte, Rodrigo Medina, Eruviel Ávila, Roberto Borge, Humberto y Rubén Moreira, Andrés Garnier Melo, etc.

Si el PRI lleva a cabo su selección de candidato de manera más o menos transparente como aseguran, y se toma en cuenta la voluntad de la militancia, tenemos que desde hace cinco años encabeza las encuestas, dentro y fuera del PRI, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, es por ello que los tecnócratas le acumularon en sus oficinas responsabilidades relacionadas con la inseguridad, calificado como el principal problema de México.

Dentro del grupo en el poder, y del propio PRI, el ex gobernador de Hidalgo, resulta ser el político más sólido dentro de esta administración. El hombre que puede darle solidez al partido y seriedad a su política. Los demás son una especie de chamacos imberbes jugando a las chambas.

El único funcionario que no mostró una vida frívola en este sexenio fue Osorio Chong, dedicado a trabajar. Convencido de una vocación que otros tienen extraviada.

La posible designación de cualquiera de la camarilla de Videgaray significaría, para usar sus propias palabras, un peligro para México en el remoto caso de que pueda ganar el PRI la Presidencia de la República.

La primera condición para que el PRI vuelva a tener credibilidad entre los mexicanos es que el actual presidente de la República no vuelva a designar a su sucesor. Pero lo que se advierte desde ahora es que el jefe del ejecutivo seguirá decidiendo, de manera unilateral, sin tomar en cuenta a su partido, a su sucesor.

Si Enrique Peña Nieto, o su hombre detrás del trono, Luis Videgaray, deciden al candidato de su partido, tendrán muchas posibilidades de perder las elecciones.

Los electores se han cansado de estereotipos que más parecen maniquíes que seres humanos, ahí está Alfredo del Mazo, Rodrigo Medina, Enrique de la Madrid y el propio presidente de la República. Hace falta que gobierne México un ser humano, de carne y hueso, que por lo menos conozca la geografía del país que gobierna.

El PRI se ha dedicado a denostar a quien considera su único enemigo a vencer. Cada discurso del líder nacional del tricolor es aprovechado para descalificar la figura de Andrés Manuel López Obrador, fraseología que suele también adoptar el propio presidente de la República. Las campañas de proselitismo han degenerado en la descalificación del contrario, esto sirve para disimular la carencia de programas y proyectos de nación. De ahí la improvisación de los mandatos recientes.

Desde que el PRI no ha presentado en campaña una propuesta organizada, sistemática y metodológica de su proyecto de Nación, su discurso en busca del voto se ha nutrido primero de promesas y luego de insultos para el contrincante.

Ahora que el tricolor tiene contendientes serios y con posibilidades de ganar la Presidencia de la República, la campaña en busca de este puesto debe transformarse en todos los partidos, pero sobre todo en el PRI, que es al que más le urge solidez, desde el momento en que detenta el poder.

Un partido en el poder, débil, acusado de encubrir la corrupción, sin liderazgo serio, con discursos estridentes, sin programas aplicables, condicionando el voto, restringiendo candidatos con raíces sociales, etc., no puede seguir teniendo el poder.

El 4 de junio el PRI se mostró como una pandilla de delincuentes electorales en el Estado de México, a plena luz del día y a la vista de todos violó la ley que da fundamento a la democracia del país; sin embargo, sigue en el poder. Deben cambiarse las estructuras del partido para ser el garante de un candidato sólido y con posibilidades reales de triunfar en las urnas legalmente. PEGA Y CORRE. – Las transas de Duarte traspasan las fronteras de Veracruz y ahora los notarios públicos de Campeche, Nelia del Pilar y Jorge Luis Pérez Curmina, podrían perder su cargo, a causa de su presunta implicación en las operaciones para lavar el dinero del ex gobernador… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

 

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