LA RAPIÑA

El aprendizaje de las grandes tragedias pasadas, debe asimilarse hasta la medula. Inicia la recuperación y será lenta. Aún más dolorosa, que el resquebrajamiento material. Ya tiene suficiente registro el valor de la solidaridad y unión de los mexicanos, ante las amenazas del medio ambiente. Es tiempo de serias reflexiones. Como en el pasado, la rapiña se hace presente en todos sentidos. Muchos son los expertos en ello.  Inmorales en contraste con la bondad y desprendimiento de la mayoría. Hay que vigilarlos cada paso, ruta, sendero que acostumbran para beneficio propio. La grandeza del pueblo mexicano, rebasa nuevamente a la función pública. Siguen sin estar del todo preparados, para este tipo de contingencias. Son rebasados por la ciudadanía, rescatando algunos grupos como marinos y militares. En los lugares afectados- el DF con cerca de 40 mil – son cientos las construcciones dañadas más las aledañas, que no se contabilizan pero están inservibles. La reconstrucción será muy costosa. *** La bonhomía nacional e internacional es manifiesta, pero falta. Por ello hay que vigilar a los depredadores, que se aprovechan de la situación. Quienes se quedan con el dinero, alimentos, ropa y calzado, instrumentos varios y todo aquello que se acostumbra acercar para sobrevivir en el momento. Esa avidez de las televisoras-  dañada su imagen por sus acostumbradas artimañas, para captar público televidente- por insistir se deposite en los bancos cómplices, asociaciones, fundaciones, organizaciones que los poderes facticos manejan a placer. Aquellos políticos que esconden despensas, para después utilizarlas en las campañas y todo lo ya conocido de estos descastados. Hay que vigilarles de cerca y denunciarlos. Las aportaciones monetarias, buscar instituciones de prestigio confiables. *** La fuerza ciudadana, tiene el poder y no debe perder la oportunidad de retenerlo para siempre. Servirá para la exigencia, demanda de nuestras muchas necesidades donde los gobiernos son omisos, ineptos, ajenos. Existen temas  torales como la delincuencia, que se podrá dirigir desde la participación cívica. Se logrará llevar la agenda de gobierno.  Exigir la desaparición de cientos de asociaciones de beneficio propio o de grupo. Que permanezcan aquellas realmente interesadas, en promover los cambios verdaderos y sean de ayuda real. *** Los gastos electorales para el 2018 -tanto de los partidos políticos como de las instituciones al respecto-    asciende a 29 mil millones de pesos. Esto no tiene registro en el mundo. Un país con un 50 por ciento de su población en pobreza, no se puede dar el lujo de tirar ese dinero a la basura. El erario público, utilizado para comprar conciencias y hacer negocios millonarios con proveedores afines. Sueldos de diputados y senadores, que no los ganan ni gerentes de grandes empresas. Gastos al interior de sus bancadas sin límites. Bola de zánganos cínicos, a los que se les paga hasta los chicles que mastican. Gastos de diversiones  millonarias, que todo lo hacen de manera VIP. Desvergonzados,  que hay quienes  ostentan títulos apócrifos de universidades patitos. Mujeres y hombres, que no aportan más que a sus líderes y presidentes, causas ajenas a la población. Sanguijuelas insaciables  que repiten y heredan los cargos, como si fuera negocio propio.  *** México exige que todo el presupuesto destinado a las campañas, les sea devuelto en lo inmediato. Es producto de sus impuestos y como dueños lo utilizarán  en lo que se desee, que es la recomposición  del país. Los partidos políticos deben reducirse con urgencia, así como diputados y senadores.  A 32 años de la primera tragedia, aún hay muchos pendientes.  No se puede dejar a las víctimas, solo en manos de los victimarios de la nación.  *** De los expresidentes que viven como reyes, nada se ha escuchado de sus aportaciones. Para más humildes vendedores de tamales, han brindado su producto para otros. ¡Cuánta mezquindad!. *** Y para las agruras del mole…usted sabrá que tomar. Hasta la próxima.

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