¡Ay mi Veracruz… tan lejos de Dios y tan cerca de tanto cochino bandido!
Quizá con esta frase podamos exponer el sentir y el lamento ahogado de una sociedad hastiada de tanta corrupción e impunidad.
No existen palabras, para seguir reflejando el nivel de asombro que en la entidad se vive tras el paso y consecución de gobiernos fallidos, que cundidos de personajes oportunistas y arribistas hicieron del ejercicio público la consumación del peor de los casos de desfachatez institucional, del que se tenga registro en la historia de México.
Javier Duarte, es la consumación de la más acabada figura de inmundicia y podredumbre que pudo alcanzar la máxima magistratura del estado, junto con él, toda una runfla de hampones, rufianes y bandidos, se construyeron fortunas para mantener a sus familias por tres o cuatro generaciones, sin tener que volver en sus vidas a trabajar.
El más reciente escándalo descubierto por Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), respecto a la propiedad de un edificio de cuatros pisos ubicado sobre la avenida Presidente Masaryk en la Ciudad de México, es la evidencia de que su cleptomanía escalaba niveles irracionales.
El inmueble marcado con el número 203 de esa lujosa avenida –entre las calles Lamartine y Arquímedes–, está registrado legalmente a nombre de la empresa Mazaryk 261 SA de CV, cuyos miembros del Consejo de Administración son Moisés Mansur Cysneiros, José Juan Janeiro Rodríguez y Javier Nava Soria, los tres acusados de ser operadores de Duarte.
Por consiguiente, la investigación periodística apuntaría a que sería el verdadero propietario de tan suntuoso edificio en la zona de mayor plusvalía del país.
Solo para que tenga usted claro el nivel de transas de este personaje y sus secuaces, según testigos de la PGR, todos ellos forman parte del esquema de testaferros por medio de los cuales Javier Duarte de Ochoa construyó y adquirió un patrimonio inmobiliario de casi mil millones de pesos en México y EU.
Según un estudio realizado por la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield’s, publicado a finales de noviembre de 2016, Masaryk es la tercera calle comercial más cara de Latinoamérica, con un valor de renta que asciende a los 100 dólares por pie cuadrado al año.
La renta por un año en esta zona puede alcanzar un valor promedio de 22 mil 281 pesos el metro cuadrado.
Esta avenida es altamente popular por estar “decorada” con las marcas más exclusivas como: Louis Vuitton, Tiffany & Co., Montblanc, Rolex, Gucci, Cartier, Dolce & Gabbana o Hugo Boss, las cuales tienen sus tiendas comerciales a lo largo de esta avenida de Polanco.
A nivel mundial, la avenida Presidente Masaryk ocupa el número 43 de las avenidas con los más altos valores de renta.
En la sorpresa que nos embarga al conocer este nuevo entuerto con recursos de los veracruzanos, recordamos lo que en su momento revelará el periodista Rafael Loret de Mola en octubre de 2015, en el que devela como Duarte de Ochoa, -siendo subsecretario de Finanzas- ya practicaba acciones al amparo de su encargo para adquirir propiedades por valores millonarios.
Según narraba el propio Rafael Loret, el hoy reo, le compró una propiedad de 65 mil metros cuadrados frente al mar y le pagó en efectivo, en billetes de a mil pesos, a los que un personero del gobernador de Veracruz, al que identifica como Escalera, le pidió quitarles la fajilla bancaria a los billetes, pues “no quería que ese dinero fuera rastreado”.
Como ese, miles de casos habrán de salir a la luz.
Tan solo lo revelado por el periodista Víctor Hugo Arteaga, quien el 17 de julio del presente año señalará, que el empresario Moisés Mansur Cysneiros, otro de los presuntos prestanombres de Javier Duarte, compró miles de metros cuadrados en Lerma, Campeche, hasta en 26 centavos, según informaciones recabadas por autoridades mexicanas.
Según la Procuraduría General de la República (PGR), en coordinación con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y su Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), habrían descubierto que el complejo sistema de lavado de dinero utilizado por Duarte de Ochoa y su red de operadores, permitió ingresar millones de pesos al sistema financiero del país.
De esta manera, “Moisés Mansur Cysneiros adquirió en los meses de agosto y noviembre de 2011, cinco parcelas con una superficie de 150 hectáreas en la cantidad de un millón 650 mil pesos, lo que representa en promedio la cantidad de 1.10 pesos por metro cuadrado”, según las investigaciones en contra del prestanombres.
El 22 de octubre y 11 de noviembre de 2013, dos años más tarde, el mismo personaje adquirió otras 150 hectáreas, divididas en cuatro parcelas, pero en esta ocasión sólo pago 400 mil pesos, lo que significa que en su segunda compra el precio por metro cuadrado fue de 26 centavos.
La investigación también apunto, que para poder vender las mismas, el fedatario público de la Correduría Pública Número 35 de la Ciudad de México, Salomón Vargas García, le otorgó un valor de mercado de 253 millones 300 mil 963.47 pesos a las primeras parcelas que éste compró.
En resumen, Cysneiros Mansur compró en su primera adquisición a 1.10 pesos el metro cuadrado y el corredor público lo tasó con valor de 168 pesos, que equivale a un incremento del 15 mil 250 por ciento desde su precio original, en ese afán de maximizar las ganancias mal habidas con recursos de los veracruzanos.
De esta manera todos volvemos a confirmar las mil y un transas de Javier y sus secuaces, que soñaron con pasar a la historia, como los remedos de Alí-Babá y los 40 ladrones.
Sextante.
Aseguran que el presidente Enrique Peña Nieto, pretende medir el nivel de aceptación de los cuatro posibles candidatos a sucederle como candidatos a la presidencia por su partido, para ello, en un hecho inédito, mando a Emilio Gamboa Patrón, mandamás del PRI en el Senado a realizar una votación para determinar cuál de ellos es el menos peor.
Para sorpresa de los senadores, que confundidos e incrédulos consultaba de que se trataba este ejercicio sui géneris, el nombre del ex rector de la UNAM y actual secretario de Salud, José Narro Robles, apareció como el menos inviable.
El escenario similar al ocurrido en tiempos del Alemanismo para escoger a Ruiz Cortines pareciera se estaría repitiendo.
Al tiempo.
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