Otra clara muestra de la marrullera manera de hacer política del régimen del “cambio” se vive en el Congreso del Estado de Veracruz, que desde la semana pasada pasa por una especie de “secuestro” por parte de la bancada de Acción Nacional.
Con tal de no soltar el control de la Junta de Coordinación Política –y por añadidura, de los órganos administrativos y del manejo del dinero-, el PAN continuó “reclutando” bazofia a sus filas para hacerse de una mayoría artificial con la cual tomar por asalto el Poder Legislativo.
De última hora, al filo del vencimiento del plazo acordado al inicio de la LXIV Legislatura del Estado para rotar la Presidencia de la Junta de Coordinación Política y entregarla al Movimiento de Regeneración Nacional, el PAN “unió” a sus filas a dos diputados ¡del PRI! Ambos, representantes del Veracruz más caciquil y criminal.
Uno de ellos es Basilio Picazo Pérez, diputado local por el distrito de Papantla, quien tiene una larga “cola” que le pisen en su “hoja de servicios”. En el año 2005 fue acusado de la autoría intelectual del asesinato del síndico del Ayuntamiento de Coyutla, Miguel Alfonso Vázquez, durante el periodo en que fungió como alcalde de ese municipio de la sierra del Totonacapan, donde entre él y su familia se han repartido los cargos públicos desde hace más de 15 años.
Durante su campaña a la diputación local el año pasado, Picazo Pérez, entonces candidato del PRI y hoy flamante panista, amenazó con “levantar” a una reportera de aquella región del norte de Veracruz que había publicado notas críticas sobre él.
La otra “adquisición” del panismo es Regina Vázquez Saut, quien llegó a la LXIV Legislatura gracias a que fue incluida en el primer lugar de la lista de candidatos plurinominales del PRI, partido del que hasta el jueves de la semana pasada era secretaria general del Comité Directivo Estatal, y al cual le dio una patada en el trasero sin inmutarse siquiera, bajo pretextos pueriles.
Regina Vázquez es integrante de otra familia de caciques, sólo que del sur del estado. Es hija del extinto Cirilo Vázquez Lagunes, señor de horca y cuchillo de la región de Acayucan que murió acribillado hace poco más de diez años, a causa de una presunta venganza por el robo de un cargamento de droga en Tabasco.
Entre Regina y su hermana Fabiola también se han heredado alcaldías y diputaciones en Acayucan desde hace por lo menos 14 años, mientras que dos de sus medios hermanos, Cirilo y Ponciano Vázquez Parissi, han hecho lo propio en Cosoleacaque, saltando del PAN al PRI, del fidelismo al duartismo y el yunismo, y viceversa, según su conveniencia.
Con estas adiciones, más las que ya habían hecho de otros impresentables como Rodrigo García Escalante –hijo del ex contralor duartista Ricardo García Guzmán, quien llegó al Congreso por el Partido Verde- y Sebastián Arellano –quien abandonó a la bancada de Morena prácticamente desde el inicio de la Legislatura, a la cual arribó también por la vía plurinominal-, el PAN armó una mayoría calificada artificial, a través de la cual el coordinador de su bancada, Sergio Hernández Hernández, pretende quedarse por la fuerza con la Presidencia de la Junta de Coordinación Política. Por supuesto, con el visto bueno del titular del Ejecutivo del Estado, sin cuyo aval esta bribonada no se habría llevado a cabo.
El salto de los ahora neopanistas no fue gratuito. De acuerdo con fuentes del Congreso local, a Basilio Picazo se le habría ofrecido una fuerte suma de dinero y una amnistía por un proceso judicial pendiente para lograr su “conversión”, mientras que a Regina Vázquez la habrían “enamorado” de nuevo con promesas de candidaturas en los procesos electorales venideros.
No por nada, y acorde con el muy de moda juego de palabras a partir del apellido de la familia reinante en Veracruz, con absoluta sorna se dice que en el estado la corriente –nunca mejor aplicado el término- que impera es el “oporyunismo”, que cuando pierde, arrebata.
Gómez Morín se debe estar retorciendo en su tumba.
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