“Escucha, ve y calla si quieres vivir en paz.” – Séneca.
Mientras la ciudadanía se observa incrédula y desconfiada de sus autoridades ante la casi nula reacción del Estado a la crisis de seguridad que enfrentamos día con día, la clase política se divide en dos visiones, una atender la urgente crisis con los recursos a su alcance; la otra, a descalificarla a como dé lugar.
Y es que por increíble que parezca, la clase política nacional y especialmente la veracruzana no ha terminado de comprender que la sociedad entera demanda un alto ya a sus pasiones y ambiciones, en ese afán por preservar el poder, y en otro, por alcanzarlo.
La guerra de declaraciones que mantiene a los veracruzanos empantanados entre el teatro Yunista -encabezado por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y el senador Héctor Yunes Landa- ha comenzado a mostrar un severo hartazgo social.
Por un lado, un gobernador esforzado por atender la crisis social y de seguridad que vive Veracruz, con los recursos a su alcance, pero con un muy particular estilo de mandatar, que no responde a la necesidad de una sociedad en pleno Siglo XXI, en donde los modelos monolíticos de ejercer el poder, provocan esa sensación de insatisfacción respecto a las acciones que se emprenden.
El mandatario estatal, cerro el margen de probabilidad, para que la sociedad califique el accionar de su gobierno, desde cualquier otro frente que no sea el de sus declaraciones, teniendo el a la mano, la herramienta suficiente para salir de esta seria crisis, que motiva solo críticas y burlas de sus opositores, por ser el quien da la cara a todo lo que sucede en la entidad.
Y es que mientras el formato siga siendo el mismo, difícilmente podrán despresurizar la olla de vapor en la que se ha convertido su administración, al no poner a declarar a sus secretarios como responsables de las diversas carteras, es evidente, que mientras sea solo el quien salga a dar la cara, seguirá siendo presa de la crítica y el señalamiento por parte de los medios de comunicación, actores políticos y sociedad.
Especialmente de aquellos que no entienden y comprenden que si en algo deben los políticos estar de acuerdo es en reconocer que todos forman de una u otra forma, parte de este serio y severo problema, son ellos, y nadie más, quienes con su actuar, convierten a la política en este circo de tres pistas, que más que hacer reír, nos hace llorar.
La posición crítica de Héctor Yunes Landa al referir el actual Gobierno al que llamó “del cambio” es un mandato “cuadrapléjico, ciego, sordo y mudo”, pues ignora a la sociedad veracruzana, simplemente no le va, y no le va porque no es con críticas como el priista abona a la construcción de un nuevo Veracruz.
Es el mismo Yunes Landa quien se responde así mismo al acusar que “Veracruz es un estado saqueado, humillado y engañado; somos una referencia ominosa de violencia y corrupción. El presente es la expresión de la ineptitud y venganza personal. Soy, un hombre que no renuncia a la palabra empeñada, que no claudica en su aspiración de seguir sirviendo a Veracruz y México”, acusó durante la presentación de su Quinto Informe.
Ahora bien, la pregunta que muchos veracruzanos nos hacemos, ¿Qué hace Héctor Yunes por mejorar la condición que enfrenta Veracruz?, ¿Cómo, cuanto y donde están las acciones que hayan permitido mejorar en algo, la crisis que enfrenta la entidad producto de los últimos dos gobiernos de su partido?, ¿Dónde está la voluntad, por dejar de lado, las pasiones y ofensas personales, ante poniendo ante todo un proyecto único llamado Veracruz?
Quizá un servidor se equivoque, pero hasta hoy, la confronta política se cierne en nuestro país y en la entidad, en la descalificación, en la diatriba y en la ofensa.
Nunca, hasta hoy, hemos visto un llamado de su parte, o de parte de otros actores políticos a dejar verdaderamente de lado, sus proyectos personales, por hacer de los problemas que enfrentamos, un asunto de unidad, que nos fortalezca como sociedad y como gobierno.
No, por el contrario, continúan los actores políticos montados en la preocupación por alcanzar el poder, sin darse cuenta que quien llegue en el 2018, enfrentará el mismo o peor escenario.
Llegó el momento de poner un hasta aquí, un alto, dejando de lado, orgullos y visiones unilaterales, para pensar en la construcción de una nueva gran sociedad, cansada de tanta corrupción y de tanta inseguridad.
Una sociedad en donde a todos se les escuche y a todos se les atienda, en donde todos, políticos, empresarios, grupos sociales, religiosos, y sociedad, sentemos las bases de un nuevo discurso, uno que permita la reconstrucción del tejido social, tan dañado por la ambición y el robo del erario, en donde, los responsables de atender estas tareas comprendan que sin un alto a su guerra, no habremos de encontrar la paz que esta sociedad tanto anhela.
Señores, la prioridad es Veracruz, y nada más.
Al tiempo.
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