Por: Silvia Susana Jácome
Sigue circulando por algunas ciudades de México –Xalapa, entre ellas- un autobús cuyos patrocinadores han llamado “de la libertad”. En sus costados muestra consignas que a primera vista serían irrebatibles: #NoTeMetasConMisHijos. Y una que es muy inocente hasta pensaría que es un mensaje a los pederastas –curas o célibes, da lo mismo- que con toda impunidad han venido abusando de nuestra niñez y que han convertido a México en uno de los países con mayor incidencia en semejante delito.
Pero no. A los tripulantes del autobús les tiene sin cuidado la impunidad con la que amparados en su ministerio, y desde los tiempos del padre Marcial Maciel, muchos sacerdotes han abusado de su supuesta autoridad moral para violar a chicos indefensos. No, la verdadera preocupación del Consejo Nacional de las Familias y de otros organismos conservadores y vinculados estrechamente a las iglesias, es la educación sexual que se imparte en las escuelas y que, a decir de estos señores, provocará que un niño de diez años ejerza su sexualidad de manera irresponsable y, lo peor, que se vuelva gay o lesbiana a causa de esa entelequia que llaman “ideología de género”.
En el citado autobús, y con letras más pequeñas, se lee otra leyenda que dice: “es perverso decirles a los niños que desde los diez años pueden tener sexo con adultos y abortar”. Y una vez más, recordando los numerosos casos de curas adultos que han ejercido la sexualidad con niños de diez años –o hasta menos- pensaríamos que la preocupación real es la pederastia, pero no, hasta se indignan cuando una les toca el tema. El problema es, entonces, que aborten. Si te viola el párroco o el fundador de los Legionarios de Cristo no hay problema, sus razones tendrán y esas no se cuestionan; no, el problema es que el aborto no cabe en una familia “natural”.
Y así como no cabe el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre sus cuerpos, tampoco cabe el derecho a amar a una persona del mismo sexo ni, mucho menos, unirte con ella en matrimonio.
Estas buenas conciencias, tocadas por la sabiduría divina, deberán iluminar el sendero de los mortales, humildes hijos de Eva.
Lo curioso es cuando la realidad los evidencia y entonces no quedan rastros del agua bendita que emanaban hacía apenas unos minutos.
Un caso emblemático es lo que ocurrió con el señor Juan Manuel Dabdoub Giacomán, presidente del Consejo Nacional de las Familias. Se encontraba al pie del autobús cuando una mujer se acercó a cuestionarlo acerca de las personas homosexuales y de inmediato Dabdoub Giacomán le tapó literalmente la boca a esta mujer.
El video –que puede revisarse en https://www.youtube.com/watch?v=bPc9MwNexDs- se volvió viral y puso en evidencia la cerrazón de este señor –y de sus posturas ante las verdaderas libertades- que en cuanto escuchó la palabra “homosexual” se enardeció y tapó la boca de su interlocutora.
¿Es esa la libertad que pregonan con su autobús? ¿O qué hay detrás de semejante acto de intolerancia?
Personalmente creo que lo que hay detrás es justamente la moral que quieren imponer desde su muy particular creencia. Una moral rancia en donde la voz de las mujeres no tiene cabida y, mucho menos, si esa voz se atreve a pronunciar, en voz alta y con todas sus letras, la palabra homosexual.
Y es que en la familia “natural” el patriarca habla y le tapa la boca a las mujeres que quieran hacer uso de la palabra. ¿Qué se creen?, para eso tienen -o deben tener- marido, para que hable por ellas. Es lo natural. (silviasusanajacome@outlook.com)