Carta al Congreso del Estado de Veracruz.

Carta al Congreso del Estado de Veracruz.

Descuidaré el libro de estilo. He leído una y otra vez la nota que ustedes, honorables diputados, encabezaron la tarde de este jueves de por sí ya complicado. Justo cuando creí que la recesión geopolítica, provocada por el turbulento comienzo de la administración de Donald Trump y sus insipientes declaraciones, era lo más dañino para el espíritu colectivo, ustedes me hicieron dar cuenta: lo más tóxico para la moral mexicana puede provenir de nuestra propia clase política.

Muñoz Ledo tenía razón: la vida pública es el acto más ingrato. No solo por el poco (si no es que nulo) reconocimiento que le da la opinión ciudadana a esta noble tarea cotidiana. Sino porque pocas veces obedece al más básico de los principios: para recibir, primero debes ofrecer. Lo menciono a propósito de su reciente solicitud de austeridad a nuestra Máxima Casa de Estudios, la Universidad Veracruzana.

Y es que la ignorancia es atrevida. Me gustaría decir que buscaron osadía en un tema del que solo pueden ofrecer un tono granuja. Vaya que exigir un estilo de vida más sobrio a una institución que han acorralado hasta una crisis financiera sin precedentes… suena incluso perverso.

Olvídense de partidos políticos y personajes prófugos de la justicia. Pertenecen a la misma clase política responsable de la grave situación económica y social en la que se encuentra hundida nuestra entidad. Su poca sensibilidad y empatía con el quehacer universitario, justo cuando más es necesario para sanar e iniciar un proceso de reconstrucción, no los hace distintos a los causantes directos de este aberrante panorama.

Déjenme compartirles algo. En septiembre del año pasado fui parte de un proceso de selección en el programa de movilidad internacional de la Universidad Veracruzana. Busqué ganarme la oportunidad de estudiar un semestre en la Universidad Nacional de Colombia, así que me trasladé de Xalapa a la ciudad de Coatzacoalcos para la entrevista con el jurado calificador que habría de examinar los perfiles de cada uno de los aspirantes junto a nuestros proyectos de estancia. Esperé alrededor de dos horas mi turno, cuando de pronto me llamó la atención un joven que llegaba corriendo a la sala de entrevistas mientras aún se anudaba la corbata. Ha sido la mirada más angustiada que he visto en mi vida, pues pensó que no llegaba a su entrevista. No sabía que yo iba primero.

Salí de mi entrevista y me acerqué a mi compañero, ya un poco más relajado. Antes de que lo llamaran me compartió que viajó desde Tuxpan cerca de 14 horas seguidas para competir por la misma vacante en la Nacional de Colombia. Bien pudo realizar la entrevista con el jurado calificador por medio de una Video llamada y ahorrarse la Odisea. El único inconveniente es que su domicilio no cuenta con el servicio de internet.

El día que publicaron la lista de estudiantes seleccionados para realizar las estancias en el extranjero, me llenó de alegría observar el nombre de este joven que atravesó todo un estado para convencer al jurado de estudiar 6 meses en Bogotá. Ganó el mejor proyecto: estudiará junto a la mejor genetista de América latina y pondrá en alto el nombre de nuestra Alma máter. Hasta aquí mi anécdota.

El porqué de mi relato, distinguidos diputados, es para aclararles que este notable viaje académico será posible gracias al apoyo económico e institucional que le brindará la Universidad Veracruzana. Nuestro admirable compañero, y lo digo con todo el respeto y admiración que me es posible, que con mucho esfuerzo apenas obtuvo los recursos para pagar el autobús de Tuxpan a Coatzacoalcos, podrá costear su estancia gracias a este invaluable financiamiento. Mismo que ustedes sugieren suprimir. Mismo que se traduce no solo en sobrevivencia fuera de casa, significa un pilar esencial en la materialización de cientos de planes de vida. En la concreción de sueños y objetivos.

¿Qué tan pequeño es su criterio que consideran una carga el sostén que le brinda la UV a los estudiantes que estudian en el extranjero y no como una inversión para el mejoramiento del capital científico, humano y social de México y Veracruz?

Como dije antes, es muy difícil exigir lo que no tienes. Las medidas para afrontar las crisis en nuestro Estado distan mucho de prescindir de los servicios del CENEVAL para los exámenes de admisión. Créanme, ayudaría mucho más reducir el exorbitante capital destinado a pagar sus choferes, prensa, servicios de restaurante, fiestas y demás excesos. Pocos de ustedes saben lo que significa afrontar la cruda realidad desde las aulas universitarias. Una realidad poco alentadora ante un Congreso que retrasa hasta el último momento un tema tan vital como el otorgarnos autonomía financiera, y que se atreve a descalificar nuestra aportación a la producción intelectual de nuestro estado y de nuestra nación. Pese a las dificultades presupuestales nos mantenemos entre las mejores 12 universidades del país.

¿No sería aún más espléndido si dejaran de hacer solo política (paupérrima por cierto) y adoptaran una actitud solidaria para con nuestra universidad?

Su inopia e ignominia ofende a quienes realmente vivimos y sabemos el día a día de la vida universitaria. Si quieren conocer en verdad lo que hacemos, logrando tanto con tan poco, visiten cualquier facultad de cualquier campus en el estado. Al mismo tiempo podrán conocer nuestra propia percepción sobre su trabajo. En ambos supuestos, les aseguro que se llevarán una gran sorpresa. Finalmente, no les podemos obsequiar todavía más austeridad que la que ya experimentamos. En cambio, sí es posible ofrecerles inteligencia, compromiso y democracia. Vamos que si les hace falta.

 

Sin más por el momento, les saludo cordialmente.

Carlos Alberto Macario Hernández.

Consejero Alumno de la Facultad de Derecho de Universidad Veracruzana.

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